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La disminución del apetito es bastante común durante una enfermedad, como cuando se sufre un brote de influenza u otras enfermedades relativamente a corto plazo. Las náuseas también se asocian con la disminución del apetito.
El apetito también puede disminuir en momentos de malestar emocional, depresión, aburrimiento o ansiedad.
Generalmente, cuando se resuelve la enfermedad o el problema emocional, el apetito vuelve a la normalidad. Si la disminución del apetito es persistente, se acompaña de otros síntomas como los que se enumeran a continuación, o hay una pérdida de peso inexplicable, se debe buscar atención médica.
Infecciones que pueden causar disminución del apetito
La infección puede provocar una disminución del apetito. Las infecciones que a menudo se asocian con la pérdida de apetito incluyen:
- Infecciones respiratorias que afectan a los pulmones.
- Neumonía
- Influenza
- Infección renal, como pielonefritis.
- Hepatitis y afecciones que causan inflamación del hígado.
- VIH / SIDA
Otras causas
Los factores que pueden afectar el apetito son muchos y pueden variar mucho. Otras causas pueden incluir:
- Problemas psicológicos como estrés, ansiedad, depresión, duelo o trastornos alimentarios como la anorexia.
- Estimulantes, medicamentos para bajar de peso y medicamentos para el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) como las anfetaminas (p. Ej., Adderall)
- Drogas ilícitas como alucinógenos, inhalantes y LSD
- Migrañas
- Hipercalcemia, una condición en la que hay demasiado calcio en la sangre.
- Hipopotasemia, una afección en la que hay muy poco potasio en la sangre.
- Alto consumo de alcohol
- Insuficiencia cardíaca congestiva
- Cáncer y tratamientos como quimioterapia
- Reflujo ácido
- Alergias a los alimentos
- Comida envenenada
- Dolor agudo
- Bloqueo intestinal
- Úlceras gastrointestinales
- Apendicitis
- Trastornos digestivos como síndrome del intestino irritable (SII), enfermedad de Crohn, enfermedad celíaca y colitis.
Cuándo buscar ayuda
Si la pérdida de apetito se acompaña de dolor en el pecho, dificultad para respirar, sudoración, visión borrosa o confusión, las señales de advertencia de un ataque cardíaco o un derrame cerebral, busque atención médica de inmediato.
Además, busque atención médica si alguno de los siguientes signos y síntomas acompañan a la disminución del apetito:
- Incapaz de comer o beber durante más de 12 horas.
- Fiebre alta por encima de 103 grados Fahrenheit (40 grados Celsius)
- Un fuerte dolor de cabeza
- Dolor abdominal extremo
- Rigidez en el cuello
- Deshidratación con síntomas que incluyen mareos, aumento de la sed y baja producción de orina
Pérdida de peso por disminución del apetito
Durante los períodos de disminución del apetito, obviamente se puede producir una pérdida de peso, pero hay ocasiones en las que la pérdida de peso no tiene explicación y puede no estar relacionada con la disminución del apetito.
Cuando la pérdida de peso drástica alcanza más del 10% del peso inicial en un período corto de tiempo (por ejemplo, 3 meses), se debe realizar una búsqueda de causas médicas y se requiere atención médica.
Por lo general, la pérdida de peso dramática se debe a la incapacidad para digerir y absorber los alimentos adecuadamente, o la ingesta de calorías es insuficiente y se ve superada por las necesidades energéticas del cuerpo.
Pérdida de peso por malabsorción
Malabsorción es el término utilizado para describir la incapacidad del cuerpo para absorber suficientes nutrientes del consumo de alimentos y bebidas. Esto puede provocar desnutrición y una pérdida de peso inexplicable.
Los nutrientes más comunes que no se absorben lo suficiente son las grasas (lípidos); sin embargo, la malabsorción se puede aplicar a nutrientes como carbohidratos, proteínas, minerales como hierro y calcio, vitaminas y electrolitos como potasio y sodio.
La malabsorción puede deberse a varios factores, que incluyen:
- Problemas de enzimas digestivas
- Problemas de la vesícula biliar
- Problemas del intestino delgado
- Infecciones parasitarias
- Algunos medicamentos que causan diarrea prolongada
- Hipertiroidismo que genera una demanda energética excesiva
- Fiebre
- Cáncer
- Abuso de drogas